Mucho se ha dicho y escrito sobre el ataque al portaaviones Invencible; también se ha discutido, y aún se discute, sobre la veracidad de su ataque durante el
Conflicto de Malvinas. Algunos, muy arriesgados, incursionaron hasta sobre su posible hundimiento, cosa que de haber sucedido, hubiese clarificado cualquier duda al respecto.
La Fuerza Aérea Argentina, basada en el testimonio de los pilotos que participaron en la operación, asegura que el buque fue atacado y dañado severamente. Por su lado, Gran Bretaña, amparada por
un Acta de Secreto Militar establecida al final de la Guerra, primero por 30 años y luego aumentada a 99 años, aún no ha reconocido dicho ataque e intenta demostrar la negativa utilizando
diversos testimonios, escasamente convincentes y que además no concuerdan entre sí.
Lo que es cierto es que el día 30 de mayo de 1982 será considerado, por los estudiosos y seguidores de la historia de la aviación militar, como el día en que se realizó la misión aérea más riesgosa, audaz y considerada la más significativa en su tipo desde la Segunda Guerra Mundial.
El autor aporta opiniones y experiencias fundamentadas en su vivencia personal como tripulante de una de las aeronaves participantes de la “Operación Invencible”.
El porqué del ataque al Invencible
Tanto el Invencible como el Hermes habían estado expuestos a ataques aéreos el 01 de mayo, durante las operaciones que representaron el Bautismo de Fuego de la Fuerza Aérea Argentina. Las
operaciones aéreas planificadas para ese día incluyeron varios ataques a los buques de la flota que operaban entre 90 y 100 millas náuticas al E/NE y N/NE de Puerto Argentino.
“El Comando Aéreo Argentino se había fijado como uno de los objetivos prioritarios a los portaaviones. Sabía que si lograba dejar fuera de combate a una o a las dos unidades inglesas de este
tipo, las fuerzas invasoras quedarían en manifiesta inferioridad, en situación prácticamente insostenible y se verían obligados a alejarse de la zona”.
Existen razonables evidencias que el Hermes resultó averiado el 01 de mayo. “…algunas versiones afirman que (el Capitán) García Cuerva avistó al Hermes donde, en ese momento, un Sea
Harrier se aprestaba a aterrizar. El argentino lo habría atacado con sus cañones, haciéndolo rebotar dos veces sobre la cubierta del portaaviones, romper el elevador y caer al mar. Luego
ametralló el puente causando averías menores”.
“Aunque no pudo ser confirmado oficialmente, el hecho de que los aviones que operaban desde el Hermes hayan dejado de hacerlo desde el momento del ataque, ofrece claros indicios de que pudo
haber sido dañado”.
Como fuera ampliamente informado por todos los medios de comunicación, a fines de mayo la guerra había alcanzado una dureza increíble, lo que producía pérdidas y bajas en ambos bandos. A pesar de
ello, a situación que se vivía en el campo de batalla era la siguiente:
a. El enemigo tenía la iniciativa en todos los ámbitos.
La Task Force sufría duros ataques aéreos que infligían aviones de la Fuerza Aérea y de la Aviación Naval, sin embargo, la flota se desplazaba con cierta libertad en mar al no tener que
enfrentarse a los peligros producidos por buques de guerra argentinos, que habían sido retirados de la zona del Conflicto.
En el ámbito terrestre, las tropas inglesas habían desembarcado el 21 de mayo, y si bien se enfrentaban con cierta resistencia argentina, las diferencias de las capacidades bélicas eran muy
significativas lo que les permitía desplazarse con ciertas facilidades.
Con relación al ámbito aéreo, y hablando en términos de la superioridad aérea, “el Estado Mayor de la Fuerza Aérea Sur, había descartado la posibilidad de disputar la
superioridad aérea a baja altura sobre las islas, enfrentando a los aviones Harrier con los Mirage. El problema era simple: si los Mirage descendían, consumirían mayor cantidad de combustible y
ya no podrían regresar. Los pilotos dispondrían de unos diez minutos de permanencia sobre las islas, si mantenían su altitud. En consecuencia, habría combate sólo si los Harrier ascendían,
siempre que el enfrentamiento se iniciara a los pocos minutos del arribo de los Mirage, sobre las islas. Por lo tanto, la defensa de las unidades propias en Malvinas, estaría limitada a lo que
podría oponer la artillería antiaérea, sin conocer todavía su eficacia, porque no se contaba con verdadera experiencia.
Asimismo, las escuadrillas propias que arribaran a la zona de Malvinas, en misiones de ataque a los objetivos navales o terrestres, no contarían con protección aérea real. La principal ayuda
disponible, sería la advertencia de los controladores de radar, sobre la aproximación de interceptores Harrier. Se enviarían aviones de cobertura, pero éstos poco podrían hacer, en verdad, por su
escaso radio de acción; salvo la diversión, que podrían ejercer al ser dirigidos hacia los Harrier, manteniendo su altitud. Un recurso que dio resultado en muchas
ocasiones”.
Puede afirmarse que la Task Force tampoco había logrado la superioridad aérea, hecho que se fundamenta en la imposibilidad de evitar los constantes ataques aéreos y los vuelos de los C-130
argentinos hacia las islas, los que se produjeron hasta la madrugada del mismo día 14 de junio, fecha en que se firmó la rendición.
b. El alejamiento de las naves enemigas y las dificultades para el apoyo aéreo directo
Luego de haber sufrido enormes daños producidos por ataques aéreos. El Comandante de la Task Force, conociendo las limitaciones de los aviones argentinos, había decidido alejar sus buques con el
objeto de ponerlos fuera del alcance operacional de la Fuerza Aérea y la Aviación Naval argentinos.
Por otra parte, el apoyo aéreo directo requerido por las tropas argentinas desplegadas en las islas se hacía casi imposible, ya que la proximidad con el enemigo ponía en peligro a las propias
tropas al ser muy dificultoso para los pilotos de los aviones identificar sobre quienes debían conducir sus ataques.
c. El deseo de afectar el centro neurálgico de la Task Force.
Indudablemente el ataque a ese tipo de buque, utilizado como base de operaciones de los aviones ingleses, era importante para la aviación argentina ya que con ello se restringía la utilización de
los medios aéreos, que atacaban a las tropas nacionales desplegadas en el terreno y también constituían un peligro para los aviones propios.
El ataque al Invencible, buque insignia de la Task Force, era un objetivo muy buscado. Su ataque representaba llegar al mismo centro neurálgico de la flota: Afectarlo, como se dijo, produciría la
disminución del poder de la Task Force; hundirlo representaría un éxito de valor militar incalculable. En ambos casos, esta acción tendría un enorme valor moral para las tropas: para las
inglesas, sería negativo porque, a pesar que ya habían sufrido el hundimiento y la avería de numerosos buques por parte de la Fuerza Aérea y la Aviación Naval argentina, el ataque de su buque más
representativo, superando los muy promocionados anillos defensivos que lo rodeaban, sería un duro golpe de superar. Para las Fuerzas Armadas Argentinas, produciría un enorme efecto que
repercutiría positivamente en la alicaída moral de su gente.
Por todo lo anteriormente explicado, se planificó esta difícil y riesgosa misión que se llevaría a cabo el 30 de mayo de 1982.
El 29 de mayo por la mañana, la 2da. Escuadrilla de Caza y Ataque de la Fuerza Aérea Argentina recibió la orden de alistar sus aviones para atacar un blanco ubicado a unas 80 millas al este de las Malvinas, en el radial 090°.
En la Base Aérea de San Julián, siendo las 10:30 horas, el jefe de la Escuadrilla de aviones Skyhawk A4C citó en su despacho a los jefes de escuadras para explicarles que se había planeado una muy difícil misión y que la misma se llevaría a cabo en conjunto con aviones Super Etendard de la Armada.
El objetivo, les dijo, era el portaaviones “Invincible” al que se había ubicado en la posición indicada. Cuando terminó de hablar, el oficial preguntó a sus hombres quien se ofrecía a ir pero un silencio profundo siguió a sus palabras. Al cabo de unos segundos se escuchó la voz del primer teniente Ernesto Rubén Ureta que quebrando el silencio dijo:
-Yo voy.
Casi al instante habló su compañero y amigo de muchos años, el primer teniente José Daniel Vázquez para decir:
-Yo también.
El jefe de aquellos hombres sintió una profunda emoción y una agradable sensación de orgullo al ver a sus hombres ofrecerse voluntariamente para una misión de la que se sabía, resultaría sumamente difícil regresar. Les explicó que Vázquez sería el jefe y que debían ser ellos los encargados de elegir a sus compañeros.
Ureta seleccionó al primer teniente Omar Jesús Castillo y a su compañero, el alférez Gerardo Guillermo Isaac. Un quinto piloto, el teniente Daniel Paredi, conduciría hasta Río Grande a un quinto aparato que haría las veces de reserva.
Los cinco Skyhawks despegaron desde su base rumbo a Tierra del Fuego a las 12:45 y tras un vuelo sin inconvenientes, aterrizaron una hora después. Detrás de ellos, en un Learjet, viajaba el jefe de la Escuadrilla con los planes y cálculos de combustible que sus máquinas necesitarían para llevar a cabo la arriesgada incursión.
Se trataba de una misión sumamente compleja en la que los aviones deberían rodear el archipiélago a unas 200 millas por el sur, remontar luego hacia el norte y atacar a las naves enemigas ¡“desde el este”!. Para ese momento, volaban también hacia Río Grande los Super Etendart de la Marina, listos para unirse a sus hermanos de la Fuerza Aérea.
Al día siguiente, cuando todo estuvo listo, tuvo lugar la histórica misión. El primero en despegar, cerca del medio día, fue el capitán de la Armada Argentina Alejandro Francisco, seguido segundos después por su numeral, teniente Luis Antonio Collavino. Cinco minutos después partieron los A4C de Fuerza Aérea encabezados por su jefe, el primer teniente Vázquez a quien siguieron, en este orden, su segundo, el primer teniente Ureta y sus escoltas, el teniente Castillo y el alférez Isaac.
Ascendieron todos hasta los 12.000 pies y poniendo rumbo sudeste, con muy buen tiempo, se encontraron cincuenta minutos después, con los aviones cisternas KC-130.
Los ocho aparatos volaron juntos, a lo largo de 300 kilómetros, turnándose para efectuar la carga. Al alcanzar el punto convenido, los Hércules KC-130 se separaron y se alejaron lentamente hacia el continente mientras los cazas continuaban rumbo al este, adoptando formación de ataque.
Afortunadamente la lluvia era intensa y sirvió para que la sal no se cristalizara contra los vidrios y entorpeciese la visión. De todas maneras, hubo una pérdida de contacto visual que produjo un leve desvío de ruta. Sin embargo, el excelente sistema de navegación de los Super Etendard permitió a la formación corregir el rumbo y seguir adelante sin inconvenientes.
Volando rasantes sobre un mar embravecido y con absoluto silencio de radio para no advertir al enemigo, los cazas argentinos se aproximaron a las islas, comunicándose a través de señas. Todos rezaban para que nada fallase; se sabía que si el avión que transportaba el Exocet tenía problemas, la misión debería abortar.
La formación atravesaba el último pasaje previo al ataque cuando los Super Etendard ascendieron unos metros para emitir con el radar. Deberían hacerlo rápido para evitar su detección.
Un número considerable de ecos dispersos iluminó las pantallas de a bordo, demostrando una actividad naval enemiga poco convencional. Francisco y Collavino descendieron inmediatamente, seguros que se trataba de señales verdaderas y al ascender por segunda vez para detectar el blanco, el primero rompió el silencio para comunicar que había enganchado el blanco:
— ¡20 millas al frente en proa. Disparo misil!
Los seis pilotos experimentaron una gran tensión pues sabían que un duro combate estaba por empezar. Francisco oprimió el obturador y lanzó el misil. Sus compañeros vieron al Exocet caer hacia las aguas y cuando parecía que iba a colisionar con ellas, observaron como encendía su motor y comenzaba a volar estabilizadamente al ras de la superficie. Los Super Etendard viraron hacia la izquierda y se alejaron. Era el turno de la Fuerza Aérea.
Volando a 30 metros del agua, los pilotos se concentraron sobre el objetivo, listos para abrir fuego con sus cañones.
De manera repentina el teniente Ureta vio estallar a su lado al avión del primer teniente Vázquez. El aparato, alcanzado por un Sea Wolf, dio una vuelta hacia adelante y estalló sin dar tiempo a su piloto a eyectarse. El alférez Isaac, que volaba muy cerca, sintió una impresionante sacudida, producto del estallido.
Ureta, seguido por sus compañeros, siguió avanzando firmemente mientras los ingleses les disparaban con todo lo que podían. A bordo de sus naves sonaban las alarmas y la tripulación se arrojaba en busca de protección.
Poco después se deshizo en el aire el teniente Castillo.
Con un nudo en la garganta por la muerte de sus compañeros, pero sin dejarse amedrentar, los aviadores restantes continuaron volando hacia el objetivo a toda velocidad. Antes de disparar sus cañones, Ureta alcanzó a distinguir la inconfundible silueta del “Invincible”, con su pista de aterrizaje, la isla y las dos bochas blancas de los radomos de proa y popa.
Cuando tuvo al buque en la mira, Ureta disparó sus cañones pero solo salió una ráfaga corta porque los mismos se trabaron. Entonces se elevó y arrojó sus bombas en el momento en que iniciaba el salto por encima de la estructura, cruzando desde popa y escapando a la derecha. Detrás suyo el alférez Isaac avanzaba disparando sus ráfagas de metralla e impactando con sus proyectiles de 30mm el casco de la embarcación. Antes de chocar contra él se elevó y también arrojó su carga no sin antes comprobar que la nave parecía hallarse detenida ya que no se veía la típica estela blanca en el agua, detrás.
Cuando los pilotos iniciaban el viraje para efectuar la maniobra de escape, vieron que el barco se hallaba casi cubierto por gruesas columnas de espeso humo. En ese momento se perdieron ambos de vista pero minutos después reestablecieron el contacto mientras volaban con el mismo rumbo y silencio total de radio.
Mientras el portaviones británicos ardía a sus espaldas, los aviadores argentinos se encontraron en el punto establecido con el avión cisterna, el fiel Hércules KC-130, que volaba a 5000 metros de altura, sobre las azules aguas del mar. El tiempo era bueno y la visibilidad también.
Los pilotos tuvieron dificultad para embocar sus lanzas en las canastas de las mangueras debido a la enorme tensión que habían experimentado. Sin embargo, la operación se realizó sin inconvenientes y pudieron continuar.
Aterrizaron en Río Grande sin inconvenientes, primero Ureta y segundos después Isaac. Mucha gente los esperaba, entre ellos, el capitán Francisco y el teniente Collavino. La muerte de Vázquez y Castillo había causado pesar en el ánimo de todos.
Los dos pilotos de la Fuerza Aérea se abrazaron y lloraron amargamente mientras sus compañeros de la Armada, que los observaban, sentían la pérdida como propia. Otros dos valientes argentinos habían caído para siempre en la helada inmensidad del Atlántico Sur, demostrando una vez más su coraje y su honor.
El 30 de mayo, el “Invincible” fue atacado con el último Exocet que le quedaba a la Argentina.
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Ofrendaron sus vidas en honor a la patria
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Versión 1 (1 de junio 1982):
El Ministerio de Guerra Británico informa que los aviadores argentinos han atacado al casco del Atlantic Conveyor, y no al
portaaviones.
Este mismo informe dice que en el ataque al portacontenedores es derribado un avión
argentino.
Versión
2 (3 de junio 1982):
Al desmentir la versión anterior, ahora se informa que el buque atacado no fue el Atlantic
Conveyor, sino la Avenger y que esta fragata ha derribado a los aviones argentinos por el sistema de Sea Dart.
Lo curioso es que la Avenger no poseía dicho sistema de misiles.
Versión
3 (extraída del libro "La Batalla por las Malvinas" de Hastings y Jenkins 1983):
"El 30 de mayo el grupo de batalla sobrevivió a otro ataque aéreo con Exocet, cuando el
Avenger consumió su hazaña de voltear al misil con un cañón de 4,5 pulgadas, cuarenta
y cinco segundos despues de la alarma."
Ni siquiera se habla del Invincible, sino de que el ataque fue hacia dicho buque, y no da mas detalles de ningun otro avión sobrevolando la zona.
Versión 4 (la versión oficial
inglesa):
Dos A-4C Skyhawks de
la FAA, fueron derribados al este de la isla Soledad por el sistema de misiles Sea Dart disparados por el HMS Exeter; y un cañón de 4,5 pulgadas del HMS Avenger quizá haya golpeado a uno. El
Exocet podría haber impactado en el casco del Atlantic Conveyor o ser derribado por el sistema antimisiles del Avenger, y los pilotos podrían haber confundido la silueta del Invincible, con el
casco del Atlantic Conveyor.
Esta es la versión oficial, por mas ilógica que parezca.
Recordemos que ninguna de las cuatro versiones concuerda entre sí, son todas diferentes.
Los datos que aquí figuran, fueron extraídos de la historia oficial de la Royal Navy y del
libro Falklands, the air war.
Resulta difícil comprender, si el buque fue severamente dañado o no, ya que la palabra de los dos pilotos no coincide con la palabra de los ingleses, ni tampoco con las imágenes que se han obtenido del buque después de la guerra, evidenciando que no tuvo severos daños. ¿Acaso los pilotos de la Fuerza Aérea, han distorsionado su relato, o simplemente son los ingleses que han trucado las evidencias?
¿Qué fue lo que le pasó al buque luego del ataque?
Para analizar que fue lo que le pasó al buque hace falta destacar la gravedad del impacto, de cada proyectil que supuestamente según los pilotos han arrojado al buque.
Extraído del libro "Halcones sobre Malvinas"
"Los técnicos de las FFAA continuaron los estudios para reemplazar modificando a otras bombas y espoletas, desarrollando,
ensayando, y fabricando con la Industria Argentina, nuevos retardos, detonadores y piezas mecánicas a ritmo febril.
Al cabo de 15 días, las nuevas bombas estaban provistas a las Unidades de combate y se emplearon por primera vez el día 25 de mayo,
en el HMS Coventry, el cual desapareció instantáneamente de la superficie ante el impacto de 3 bombas. Su empleo se repitió con "Sir Galahad" (hundido), "Sir Tristan" (hundido) y la Fragata
"Plymouth" (inutilizada), y al portaaviones Invincible.
Ahora si, la totalidad de los impactos, implicaba la destrucción o el fuera de combate del blanco."
El portaaviones no solo habría recibido tres de esas poderosas bombas, sino que también sufrió el impacto de un Exocet. Este misil hundió (y inutilizó a otros) a su blanco cada vez
que fue lanzado durante el conflicto.
Recordemos que el Exocet pudo haberse desviado, por el "chaf", el sistema de defensa británico, de las naves escoltas.
"Luego del ataque, el radar argentino ubicado en Malvinas, detecta una gran actividad de helicópteros británicos, que se dirigen al este de la isla Soledad. Al mismo tiempo los aviones del
Invincible se elevan a 12.000 metros de altura, con el fin de ahorrar combustible. Luego los aviones aterrizan en San Carlos, donde las tropas británicas se habían establecido el 21 de mayo."
(Fuente: La Guerra Inaudita II)
Al leer ese fragmento del libro del Comodoro Moro, reflexionamos y nos preguntamos: ¿Al momento del ataque, ninguno de los 9 harriers se enteró que venian 2 SkyHawks a su nave nodriza, teniendo los misiles Sidewinder?¿Cómo es posible que la única arma de defensa del portaaviones, no haya actuado contra los aviones argentinos? los Harriers eran muy superiores a los A4C de la FAA...
Sin embargo, el misterio sobre que fue lo que ocurrió ese día, sigue sin resolver, ya que los británicos nunca dieron un parte de guerra sólido y concreto como ya hemos analizado en sus distintas versiones sobre el ataque. Es por ese motivo, que se desconoce si el portaaviones llegó a tener daño alguno. A continuación otras curiosidades:
Ese mismo día (30/05) el General J. Moore, decide trasladarse desde el Invincible (donde dirigió todas las
operaciones hasta ser atacado) a San Carlos, para seguir comandando a la tropa desde allí.
Existe también un testimonio de un soldado británico, que es muy sospechoso. Se trata de Ana
Gerschenson, quien cambió de sexo años despues de terminada la guerra. En el año 1982, se destacaba como enfermero del Invincible. El artículo del diario dice (diario Clarín, 20/11/02): "El marinero
transexual aseguró haber sufrido un trauma por haber tenido que tratar "terribles heridas" en el departamento de enfermería del Invincible, debido a los feroces ataques de los aviones argentinos
durante los días del conflicto."
Se desconoce cual fue la gravedad del impacto, ya que Gran Bretaña, nunca ha aportado datos reales o contundentes.
Según la historia oficial británica, el día 17 de septiembre de 1982, el portaaviones HMS Invincible, regresa al puerto de Portsmouth, luego de cumplir un record de navegación de 166 días en alta
mar.
Fue el último buque en llegar a puerto. (Los demas lo hicieron entre junio y agosto).
Fuente:www.elmalvinense.com.ar
Recreación digital de la misión
Operación Invincible-Atlántico Sur